Siento el doble post, pero no he podido resistir la tentación. Las cosas que se empiezan siempre hay que acabarlas, ¿no? Bueno, pues aquí la segunda y última parte (creo) de esta extraña (?) historia.
Las flores que cantan
Nunca en mi vida había deseado el descanso eterno, pero en aquellos momentos lo deseaba, lo deseaba con toda mi alma. Me avergonzaba por no haber aguantado más ante aquella tortura, aún así era un simple humano metido en un mundo de vampiros y licántropos.
Con cada minuto que pasaba, mejor podía pensar, mayor claridad había en mi cabeza. A cada minuto que pasaba, más me daba cuenta del terrible error que acababa de cometer. ¿Cómo estarían mi madre y sus compañeros? Me entraban ganas de llorar cada vez que recordaba sus rostros y los imaginaba después, cubiertos de sangre y de heridas.
Repentinamente, caí con fuerza al suelo sentado. Me habían soltado las muñecas, era libre, al menos eso creía… Delante mía se encontraba aquel vampiro al que tanto temía. Me miraba como si fuera un plato suculento, como si en aquellos momentos fuera a jugar conmigo. Temblé, nada iba a acabar. Después de todo les daba igual matarme ahora que unas horas después.
Sonrió con maldad y me agarró por el cuello. Tenía una fuerza abrumadora, en cuestión de milisegundos me encontraba casi tocando el techo con mi cabeza y haciendo esfuerzos por respirar. Descendió un poco su brazo y me colocó a su altura -yo era un poco más bajo que él-, inspiró profundamente, captando cada partícula de sudor que había en mi camisa.
-En toda mi larga vida… Nunca… -inspiró de nuevo y aquella vez si que sentí real repulsión hacia aquel vampiro- He conocido a ningún humano con este olor…
Soltó mi cuello y me dejó caer como si fuera una muñeca de trapo. No me sentía con fuerzas para pelear, aún más sabiendo que los vampiros irían tras mi madre y su manada.
-¿Acaso no te preguntas que será de ti?
-No es ninguna novedad…
-Que gracioso eres… ¿Cosimo?
-Sí…
-Tú también puedes llamarme por mi nombre -de nuevo, inspiró fuerte-. Mi nombre es Thomas.
Di un respingo al escuchar el sonido de su voz, intentaba “seducirme”, había activado aquella habilidad suya, una habilidad que solamente tenían los vampiros. La seducción era bastante simple, hacer que tu presa se sintiera atraída por ti y es cuando tú puedes hacer lo que quieras con él. La víctima, según la información de mi madre, estaba en un estado de semiinconsciencia y era tal que no podía controlar sus acciones. Claramente, los licántropos no entraban en la lista de sus presas ya que estaban inmunizados contra esa habilidad.
A pesar de que mi madre había puesto todo su empeño en enseñarme algunas de las habilidades básicas de los licántropos, lo consiguió a la mitad. Después de todo no podía cambiar lo que era, un simple humano. Podía aguantar por unos instantes, pero después simplemente… me rendiría.
Cerré los ojos tan fuerte como pude, intentando apartar la mirada del vampiro. Él se había dado cuenta de mis intentos y me agarró la cara, tan fuerte que pensé que me iba a partir la mandíbula. Comencé a gritar de dolor, pero él hacía caso omiso.
-Oh, los humanos sois tan frágiles… -acercó su boca a mi oído izquierdo y me susurró-. Repite conmigo: Thomas.
Tragué saliva y reprimí el impulso de hacerlo.
-He dicho -aumentó la fuerza con la que me sujetaba y yo grité más fuerte- que repitas conmigo.
Abrí los ojos, asustado por su fiereza y susurré su nombre lo más bajo que pude, para que no me oyera. No podía evitarlo. Él reía y reía, estaba feliz o eso parecía. Disfrutaba haciéndome decir cosas que en mi estado normal nunca diría. Junto a eso, no paraba de toquetear todo lo que él quería de mi cuerpo, yo estaba indefenso y no podía pararle.
Repentinamente, sentí la presencia de otro ser en la habitación. No podía saber quién era, mi vista se estaba volviendo borrosa. Percibí los pasos que chocaban contra el suelo, reconocí aquellas botas y aquella voz, era Margaret.
-Hay que llevarlo a su nueva habitación. Órdenes de Neus. Tras dejarlo ahí tendrás que partir hacia la batalla, se necesitan refuerzos y tú querrás partir algunos cuellos, ¿me equivoco Thomas?
El vampiro se chupó el dedo índice lentamente y le sonrió.
-Como me conoces Maggie. Vamos a llevar al muñeco a su habitación pues, después de que acabe todo nos lo vamos a pasar en grande -acercó su nariz a mi cuello e inspiró-. Menudo festín, ¿lo has olido?
-Siento su olor desde aquí Thomas, no soy una pervertida como tú -después me dirigió una mirada y observó mi estado lamentable-. ¿Qué le has estado haciendo? Sabes muy bien que…
-Sí joder Maggie, sí. No lo he tocado, te lo juro -alzó ambos brazos en señal de excusa-. Conozco muy bien la sensación que siente cuando se desafía a Neus y no lo quiero volver a vivir. ¿Lo llevamos entre los dos entonces?
De un momento a otro sentí el cambio de sala a celda, me sentía pequeño, muy pequeño.
Sé que tras eso, los vampiros se dirigieron hacia la guarida de los licántropos. Tuvieron una cruenta batalla con ellos y yo desconocía el resultado de la batalla, pero rezaba para que fuera a favor a mi madre. Sé también que día tras día me torturaron físicamente. Me dejaban dormir sí, pero el dolor que tenía en la espalda a causa de los latigazos hacía que despertase en mitad de la noche oprimiendo mis propios gritos de dolor. Sabía que tenía un estado realmente lamentable.
¿Por qué no acababan conmigo de una vez? Me preguntaba. Era otro humano más que posiblemente les serviría de alimento y les daría fuerzas para combatir, no, en vez de eso me mantenían con vida.
Una noche como otra cualquiera en la que no podía dormir y me encontraba en un estado de semiiinconsciencia, alguien entró a mi celda. Por la presencia que sentí, supuse que era un vampiro y que no era Thomas. El ruido de sus tacones al chocar contra el suelo me puso más alerta aún. Entonces, aquel ser se inclinó sobre mi cuerpo tumbado y me susurró palabras extrañas al oído que no supe descifrar. Finalmente me dijo:
-Lo he visto. Mañana vendrán a por ti. Es una pena -y momentos después sentí sus carnosos pero gélidos labios sobre los míos.
Intenté abrir los ojos pero me fue imposible, estaba cansado, terriblemente cansado.
Al día siguiente nadie vino a torturarme e hizo que mi corazón se llenara de esperanza y que solamente pensara en las palabras de la mujer desconocida -al final había llegado a la conclusión de que era una mujer-. Repentinamente, escuché ruidos de dolor, súplicas y después nada. Eran varias personas por lo que podía escuchar, iban en grupo. Me acerqué como pude a los barrotes, intenté pedir ayuda y la voz no me salió. Desée que al menos puedieran captar mi presencia.
-¡Está por aquí! ¡Huelo mucha sangre! ¡Vamos!
El corazón se me llenó de alegría al reconocer la voz, era su voz, era la voz de mi madre.
Cuando la vi al final del pasillo grité tanto como pude, era imposible hacerme el fuerte ahora. Tenía el mismo aspecto de antes, con algunas magulladuras extra, pero seguía viva. Su cabello negro recogido en una coleta, sus ojos azul brillante y su ropa de casi militar.
-¡Cosimo! ¡Está aquí! -suspiré al ver que no venía sola.
El grupo de rescate lo conformaban mi madre, Neal y otro licántropo que había visto en la aldea. Miré anonadado a Neal, mi peor enemigo durante mi infancia, el que nunca me reconoció como parte de la manada ahora venía en mi ayuda, incluso me pareció ver alegría cuando me sacaron de la celda.
-Oh Dios mío Cosimo, menos mal que te hemos encontrado ahora. He estado días y días teniendo pesadillas sobre lo que te podrían haber hecho los vampiros -mi madre me abrazó con cuidado, ya que tenía toda la espalda ensangrentada.
-Menudo lío has montado. Fueron a la aldea, pero menos mal que habían algunos montando guardia y consiguieron repelerles un poco. De momento los estamos distrayendo y bueno… Ha sido una batalla muy feroz, Caitlin no podía dejar de pensar en ti -soltó Neal no muy convencido.
-Gracias… -respondí yo con total sinceridad.
-¿Pero qué te han hecho hijo? Estás…
-Debo de estar horrible, sí. Recuerda que no soy como vosotros.
-Pero casi -contestó Neal, a lo que yo me sorprendí aún más. Éste se sonrojó al ver mi expresión y prosiguió-. Bueno, has sobrevivido a una larga tortura de los vampiros más feroces de la zona, eso es ser un licántropo de corazón.
-¿Habéis acabado con todos?
-¿Los de esta base? La mayoría, otros pudieron escapar debido a que soltaron la alarma. Hubo una vampira que parecía que nos estaba esperando, pero igualmente la matamos… Creo que consiguieron escapar la jefa y otro vampiro.
-Dime que ha acabado todo…
-Ha acabado todo cariño… -me susurró ella al oído, y entonces, sintiendo nostalgia de su voz y de su calor, caí dormido y soñé por primera vez en mucho tiempo.
Ahora sé que fue Margaret la que vio venir a los licántropos, tal vez tuviera premoniciones, eso no lo sé. Lo que me sigo preguntando es por qué no avisó a sus compañeros, ¿por qué?
Estaba sentado en el prado, alejado bastante de la aldea. Disfrutando de la canción que cantaban las flores al chocar contra el viento. Había sido un día muy agradable, hasta que las flores descendieron mirando al suelo. Esas sombras aparecieron y me llevaron con ellos…
Ahora estoy viajando junto a mi madre por todo el mundo, conociendo todo tipo de criaturas y haciendo día tras día más fuerte. Quizá algún día me reencuentre con Neus y sus secuaces o tal vez no, que sea el destino quien lo decida.